Caminando a Jericó
iba un hombre muy
sencillo.
Los ladrones lo asaltaron,
lo dejaron malherido.
Un levita, un sacerdote
esquivaron al herido.
No quisieron ayudarle,
no le prestaron auxilio.
Hasta que un samaritano,
lo atendió como a un
amigo,
con aceite untó su herida
la limpió también con
vino.
Lo llevó hasta una posada
de un posadero vecino,
le pidió que lo cuidara
con afecto y con cariño.
LETRA CANCIÓN