Jn 3, 16-18
En la fiesta de la Santísima Trinidad, manifestación del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pedimos al Dios Uno y Trino que nos mueva a nosotros y que mueva también la barca de la Iglesia, en la que transcurre nuestra aventura vital. No hemos de temer. El Espíritu es el mejor timonel y la Palabra guía única en todo momento. En el centro de la barca, la eucaristía que nos alimenta en medio de la dura travesía.
Para que la barca se mueva, necesitamos un motor. Contamos con el Amor del Padre y la entrega del Hijo.
Y nosotros, ¿qué somos? Nosotros seamos remos, madera inútil que de nada sirve si no está en las manos del Dios Trinidad. No seremos nada si no nos dejamos mover por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando buscamos tantas soluciones, remedios a nuestra vida, en realidad lo que necesitamos es que reme Dios en nosotros.
Fuente: Kamiano