Era una tarde aburrida y lluviosa,
de esas en las que el tiempo se hace lento,
buscaba yo en mi libro hoja por hoja:
Pero...
¿Dónde están los niños de los cuentos?
Se fueron de sus letras enojadas,
de que siempre les toque sufrir tanto,
y escuchamos todos extrañados,
mientras mirábamos las hojas en blanco:
-¡No quiero sufrir más! -dijo la rubia Alicia-.
Quiero crecer en paz entre mis maravillas.
-¡No quiero trabajar! -dijo Cenicienta-.
-¡Queremos una vivienda! -gritaron los tres cerditos.
-¡Ojalá tuviera para comer sin tener que encontrar
un tesoro escondido -comentó Pulgarcito.
-Yo quiero ir a estudiar con mi hermana Gretel,
y no tener papás que me abandonen siempre
-dijo Hansel.
-Pues yo quiero tener un tamaño normal
-pedía Garbancito-.
-pedía Garbancito-.
O que me quieran más siendo tan chiquitito.
Caperucita habló de no sentir más temores,
para poder jugar y recoger tranquila las flores.
Entonces yo les dije:
También en este planeta
son muchos los niños y niñas que sufren injusticias,
y no tienen nadie que los defienda.
Y así, los personajes decidieron a los
niños volver a divertir.
Pero antes gritaron:
¡LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS Y
NIÑAS A CUMPLIR!
Autor: Luis Rivera López